“Conocí a Ana Vítex en uno de sus proyectos, La Casa Madre, y me emocioné porque realmente sentí que llegaba a casa…
Llevamos unos años compartiendo amistad, hermandad, crianza, sueños, celebraciones, frustraciones y crecimiento.
Aprendemos qué es eso de conocerse, aceptarse y amarse, en cada momento, al acecho, con ternura, un vínculo de complicidad, estamos juntas en este camino. Es un verdadero lujo.”
– Claudia Cantón –
La realidad es que casi nadie viene de una familia donde esto se haya puesto en práctica, donde hayamos visto ejemplos de cuidado y respeto entre nuestras figuras de apego principales, donde nos hayamos sentido escuchadas y respetadas de niñas. Esto hace que nuestro aprendizaje sea lento, y lleno de baches y dificultades.
Sin ser yo una experta en esta práctica, sí que he dedicado años de mi vida a analizar cómo nos relacionamos las personas y a buscar estrategias para hacerlo de manera un poco más cuidadosa, tanto conmigo misma como con las demás. De estos años en prácticas puedo resumir algunos puntos que creo son imprescindibles si queremos comenzar en el ejercicio de amarnos más y mejor:
APEGO Y DEPENDENCIA
Necesitar el apoyo emocional de otras personas no es algo malo. Somos seres sociales y dependemos unas de otras, pero apego y dependencia son cosas diferentes. Como personas adultas podemos responsabilizarnos de nuestras necesidades y de buscar cómo y con quién satisfacerlas. Esto, ni obliga a la otra persona a dárnoslo ni nos resta libertad. Lo más sano, responsable y adulto es hacernos cargo de lo que sentimos y buscar el apoyo que necesitamos de manera respetuosa y responsable.
EXPRESAR TUS NECESIDADES
Para poder expresar tus necesidades, lo primero necesario es identificar cuáles son, algo que raramente nos enseñan a hacer. La insatisfacción de nuestras necesidades nos genera malestar o displacer, así que la identificación de nuestras necesidades se realiza mediante la escucha activa de nuestras emociones. A la hora de expresarlas, la manera en que nombramos lo que sentimos es clave, no es lo mismo pedir que exigir. Cuando pedimos le damos a la otra persona la posibilidad de elegir si está disponible, capacitada o dispuesta a darnos lo que pedimos. No es lo mismo decir “tienes que…” que “podrías…?”
EXPRESAR TUS LÍMITES
Al igual que las necesidades, tampoco nos enseñan a identificar nuestros límites. El proceso más común de expresión y gestión es aguantando hasta superar nuestra capacidad, y explotando de manera agresiva cuando ya no podemos más. Otra vez, al igual que con las necesidades, la escucha activa de nuestras emociones nos da la clave para identificar nuestros límites. Si escuchas tu cuerpo, cómo se contrae o relaja en cada situación, aprenderás a identificar cómo te sientes, y qué límites necesitas establecer para sentirte cómoda en tus vínculos.
RESPONSABILIDAD AFECTIVA
Como las emociones son subjetivas no existe una lista objetiva de acciones que impliquen responsabilidad o irresponsabilidad, sino que esto es algo que se tiene que establecer mediante comunicación y acuerdos dentro de cada vínculo.
Para que haya responsabilidad afectiva tiene que haber una escucha y entendimiento de las necesidades de ambas partes. Estas necesidades irán cambiando a lo largo del tiempo, de manera que la definición de responsabilidad afectiva en cada vínculo no es algo estanco, sino algo subjetivo de ser modificado en cualquier momento.
Si satisfacer la necesidad de la otra persona supone sacrificar una necesidad propia, entonces no hay responsabilidad afectiva. La clave, de nuevo, está en la escucha atenta a una misma, y la comunicación clara.
COMUNICACIÓN
La comunicación es clave en cualquier tipo de relación, pero, ¿qué pasa cuando en vez de comunicar nos enfocamos en convencer? Muy a menudo tenemos dificultades para comunicar nuestra verdadera necesidad, y hacemos las preguntas equivocadas. ¿Qué necesito de esta comunicación? ¿Cómo puedo expresarlo de manera clara y empática? Son preguntas o cuestionamientos imprescindibles a la hora de expresar a la otra persona lo que queremos saber o cuál es nuestra necesidad dentro de este vínculo en este momento.
CUIDADOS
La expresión tangible del amor son los cuidados. Si amo a alguien y no lo cuido, ¿se sentirá amada? Probablemente no. Pero el cuidado, o los cuidados, comienzan por una misma. Si yo me cuido y me nutro, podré cuidar y nutrir a otras, si no me cuido y me nutro, mis cuidados siempre vendrán con la exigencia de la reciprocidad, desde mi carencia.
NADIE PERTENECE A NADIE
Si nos relacionamos como personas adultas libres, partimos de la base de que nadie pertenece a nadie. Todas somos libres de moverlos, amar, relacionarnos, poner límites, requerir cuidados, exigir respeto, dar explicaciones, negarnos a compartirnos, abrirnos en canal, compartir nuestras miserias y nuestras bendiciones, de la manera que sintamos y consideremos apropiada en cada momento.
Si nos amamos, nos cuidamos y nos respetamos a nosotras mismas, podremos amar, cuidar y respetar a quienes nos rodean, aunque a veces amar signifique alejarnos o decir que no.
AMOR, DESEO Y ATRACCIÓN
Es fundamental para mi autocuidado, y el cuidado hacia las personas con las que me vinculo, saber que la atracción, el deseo y el amor no tienen por qué ir de la mano. Que puedo desear a alguien y esto no implica que tenga que sentir amor por esta persona. Que puedo amar a alguien y decidir alejarme de ella por no sentirme cuidada. Que sentirme atraída por alguien no tiene por qué llevarme irremediablemente a tratar por todos los medios de acercarme a esa persona, puedo sentir atracción, deseo y/o amor, y elegir qué hacer con ello dependiendo del contexto, del momento y de lo que sienta o vea que la otra persona está dispuesta a ofrecerme.
Por supuesto todas estas cosas no podemos cambiarlas de la noche a la mañana, y el camino que recorramos va a estar lleno de tropiezos, que nos harán sentir que volvemos de nuevo al comienzo del recorrido, que no hemos aprendido nada.
Sin embargo, tan sólo con que pongamos atención a qué nos está ocurriendo ya estamos haciendo un cambio importantísimo. Aunque aún no seamos capaces de comunicárselo a la otra persona, aunque quizás ni siquiera hayamos sido capaces de ponerle palabras o nombre a una sensación, tan sólo el registro de esa sensación nos está llevando de nuevo a habitarnos, y ese es el cambio fundamental, la transformación más grande.
Claudia Cantón
Arteterapeuta y terapeuta Gestalt
Especializada en vínculos sexo afectivos y no monogamias éticas