Las estadísticas claman, alto y claro, que hay un malestar profundo y creciente entre las mujeres. En España están tomando psicofármacos 1 de cada 3 mujeres de mediana edad. Nosotras tomamos tres veces más antidepresivos que los hombres. Es evidente que, de alguna forma, no estamos sabiendo gestionar el dolor psíquico de manera natural. De hecho, no lo entendemos como parte del proceso de crecimiento vital y de maduración, sino como algo malo de lo que hay que deshacerse cuanto antes.
Hoy queremos compartir esta charla que dio Paulina Pozo Morales en las Primeras Jornadas de Salud Femenina desde el Placer, organizadas por Ginevítex en 2019.
Ella es psicóloga y experta en medicina ancestral, y su enfoque es muy esclarecedor. Desde su perspectiva, el desarrollo humano se despliega en espiral. Primero, toda la energía se destina al crecimiento físico. Después, al mental y psicoemocional.
Interiorizar esta imagen de espiral nos acerca al hecho de que pasamos muchas veces por el mismo punto. Rozamos la misma herida a lo largo de nuestra vida en distintas ocasiones. Saber que eso es así, nos ahorra mucha frustración y resentimiento hacia nosotras mismas.
La visión de Paulina es muy necesaria, más abajo tienes un resumen de su ponencia, y aquí tienes el vídeo de la charla al completo.
PAULINA POZO: TRADICIONES ANCESTRALES, SABIDURÍA Y BUENVIVIR FEMENINO
Te cuento mi camino para que sepas desde dónde hablo. En términos de profesión, yo soy psicóloga de la Universidad de Chile, y en el año 2008 empecé mi formación como psicoterapeuta.
Estudié en una universidad convencional y mis prácticas las hice en clínicas psiquiátricas durante 2 años, recibiendo la misma formación que reciben los psiquiatras. Eso me permitió observar muy de cerca cómo funciona la psiquiatría y los modelos de salud mental y las intervenciones, tanto en hombres como en mujeres.
Desde el comienzo estaba muy fascinada con la psicoterapia. Esta profesión vino a poner nombre a mi vocación del acompañamiento del sufrimiento humano.
En mis prácticas, esta parte me apasionaba, pero al mismo tiempo estaba muy angustiada con lo que se llaman “los procesos crónicos”. El ver que un paciente no evoluciona de ninguna manera con el tratamiento y el paso del tiempo. Había una parte de mi en resistencia con esto.
En el año 2010, cuando ya había terminado este proceso, tuve una crisis personal, una de esas que son terribles y benditas al mismo tiempo. Mi tema ha sido siempre el aprender a relacionarme con mi propio sufrimiento emocional. Cosas que antes tenían sentido, dejaron de tenerlo, y empecé a buscar.
Estaba empezando a ejercer, y siempre había tenido inquietud por las tradiciones y el camino espiritual, desde niña había sido un tema muy importante para mi.
Nunca había unido mi vocación de servicio y sanación de mi lado profesional con mi experiencia biográfica, en la que la vivencia espiritual era un eje para mi.
En este punto de crisis personal, una amiga que estaba haciendo sus prácticas en una institución de la Amazonia regresó de su viaje, y a mi me impactó su cambio. Venía muy completa, y yo, que la conocía profundamente, me sorprendí mucho.
Yo quería eso.
Justo donde ella había hecho su práctica se abría un cupo para personal profesional. Me presenté, conseguí el puesto y me fui.
Entonces, con 25 años me fui a vivir a la Amazonía Peruana, a un centro de investigación que articula medicina ancestral amazónica con psicoterapia occidental. A día de hoy, lleva más de 30 años de trayectoria e investigación.
Ahí comenzó, o continuó, mi propio proceso de sanación y curación que a día de hoy se sigue articulando, y queda patente en mi forma de trabajo.
Mi camino y vocación los represento como un puente. Un puente donde confluyen las tradiciones ancestrales y la psicoterapia, donde confluyen la dimensión psicoemocional y la dimensión de la psicología con las tradiciones espirituales. No solo ancestrales, sudamericanas o chamánicas, también las tradiciones budistas o judeo cristianas. Cada una con sus aportes y su sabiduría.
La idea central que quiero compartir es esta:
– Es efectivo y necesario reincorporar la dimensión espiritual a los procesos de sanación psicoemocional y el trabajo con estados ampliados de conciencia en los procesos de psicoterapia.
Sabemos que hoy en día existe la psicoterapia humanista transpersonal, que a través de un montón de técnicas, recupera y revalida todo esto y genera muy buena investigación.
– Las tradiciones ancestrales indígenas en general, e indoamericanas en especial, tienen mucho que aportar en el bienestar mental, especialmente en el tema de cómo nos entendemos con nuestras dependencias (dependencias de todo tipo: químicas, emocionales, materiales…).
Los principales aportes que considero que estas tradiciones ancestrales pueden hacer a nuestra salud mental occidental, de acuerdo a mi experiencia de estos años de trabajo en Chile y Perú, son:
- La figura de la sanadora herida.
- Cosmovisión y antropología.
- El rescate de los ritos de paso.
LA FIGURA DE LA SANADORA HERIDA
Un primer aporte que creo que es indispensable rescatar es la figura de “la sanadora herida”.
En los círculos de mujeres solemos hablar de “la mujer medicina” o “la curadora”. Pero también hablamos de mujeres con depresiones o con trastornos de personalidad. Y muchas veces son la misma mujer.
Esta línea entre la sana y la enferma, la loca y la cuerda, la sabia y la tonta… es una línea que pasa por el centro del corazón de cada una.
Esto ya lo sabían muy bien en las tradiciones ancestrales. Se ve muy claro en la figura del chamán, que trabaja en la curación propia y luego aplica sus conocimientos en la curación a otros.
Nos hace mucha falta recuperar el entendimiento de que las personas que acompañamos el sufrimiento humano, somos personas que también estamos heridas, y justamente es nuestra propia herida el lugar por donde nos entra la luz.
Recuperar el dolor psíquico como el “dolor de parto” o “dolor de iniciación”. La sanadora que ha trabajado su propio dolor psíquico como un dolor iniciático hacia otro estado de sí misma, puede acompañar.
En lo psicoemocional, el dolor, el sufrimiento, todas las manifestaciones que puedan darse, traen una oportunidad. Una oportunidad que no podemos llegar a conocer si la eliminamos antes de tiempo.
COSMOVISIÓN Y ANTROPOLOGÍA
Otro aporte que considero que las tradiciones ancestrales pueden ayudar a la manera en la que comprendemos la salud mental actual, es desde la cosmovisión y la antropología.
De esto ya se ha hablado bastante sin hablar de tradiciones ancestrales. Se dice que “estamos sujetas a las leyes naturales”. Esto es algo que se vive en el día a día en las cosmovisiones ancestrales.
Estamos sujetos a las leyes naturales. Estamos dentro de la ley física, y tenemos el privilegio de poder desentrañar también la ley psíquica y la ley espiritual.
Respecto a estar sujetas a las leyes naturales, lo estamos a estos 3 niveles:
- A las leyes físicas: las mujeres, sobre todo con nuestros ciclos menstruales y nuestras danzas hormonales, que también son ciclos y danzas psíquicas y psicoemocionales, que tienen un sentido. Por ejemplo, si tomas la píldora durante años y años, cuando quitas eso la psique no sabe ciclar, y cuesta reajustarlo.
- A las leyes psíquicas: las recoge, por ejemplo, la psicología sistémica o las constelaciones familiares.
- A nivel espiritual: por ejemplo, las culturas chamánicas amazónicas son los sabios más precisos y más grandes en la inducción de estados ampliados de conciencia en los rituales.
Entonces, estamos sujetas a las leyes naturales, a todos los niveles, y una consecuencia directa de esto es que nos desplegamos del mismo modo que la naturaleza. ¿Y cómo se despliega la naturaleza? En espiral.
Según la geometría sagrada, hay un código matemático que describe la forma del despliegue de la vida, que es el código del despliegue de las plantas, del girasol, de la concha del caracol, de la parte interna del oído, el despliegue del feto humano… Todo.
Y es que la conciencia humana sigue desplegándose en espiral, una vez que ya terminó el desarrollo físico y el desarrollo psicoemocional, el desarrollo espiritual continúa.
Esto no lo dicen solo las tradiciones ancestrales sudamericanas, esto también lo dice la psicoterapia actual y transpersonal.
Mantener este precepto de que nos desplegamos en espiral es de importancia clave en términos terapéuticos. Porque la gente tiene la idea de que la curación es una línea recta, y dicen cosas como “eso ya lo superé”, y cuando se vuelven a encontrar con lo mismo, lo sienten como un gran fracaso, pensando “si esto ya lo tenía resuelto”.
Mantener presente que el despliegue de la experiencia humana es en espiral, nos prepara, nos da el mapa para entender que vamos a volver a pasar por el mismo punto, y vamos a volver a pasar por el mismo tema, y cualquiera que mire bien profundo se dará cuenta de que lo que le duele hoy le ha dolido millones de veces antes, con distinta cara, con distintos vínculos.
¿Cuál es esa herida que atraviesa tu historia de tal manera que cada vez que pasas por este mismo escenario te toca otra vez el corazón?
Somos interdependientes
Estamos todos conectados, por lo tanto, la salud individual existe pero está incompleta.
Hay una dimensión que tiene que ver con la salud comunitaria y con la salud social que es inseparable de la salud individual.
“Que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás. Que todo alcance para todos y que a nadie le falte nada”
– Abuelos Aymara –
Esto también lo recuperan las demás tradiciones espirituales con el tema de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, o en el budismo con la figura del bodhisattva.
EL RESCATE DE LOS RITOS DE PASO
Otro aporte fundamental es el rescate de los ritos de paso, hace mucha falta recuperarlos.
En el caso de las mujeres, justamente en los momentos que antes eran momentos de celebración y de rito de paso, son los momentos que actualmente están super patologizados.
Por ejemplo, la menarquía, la primera luna, en la cultura mapuche hay toda una celebración. Otro rito sería el parto, el mayor momento de poder de una mujer.
El rito de paso es un marcaje, porque hay partes de nosotras que se van quedando en etapas anteriores, y esto nos fragmenta y nos fragiliza.
Necesitamos recuperar los ritos y volver a marcar los momentos de crecimiento como momentos sagrados y momentos con sentido, y no de decadencia, porque tenemos la visión “lineal”, y después de cierta edad, como que terminamos de crecer y ya solo queda sentarse a observar la decadencia.
Más bien lo ideal sería recuperar la visión de que cuando termina el crecimiento físico la energía vital se libera para el crecimiento psicoemocional y espiritual. Aquí es donde empieza el trabajo que no se ve.
LA ACEPTACIÓN PRECEDE AL CAMBIO
Por un lado, en las culturas amazónicas y en la cosmovisión amazónica, todos los procesos vitales comienzan en un espacio femenino. Todo necesita ser acunado y acogido en un espacio femenino antes de desarrollarse hacia espacios relacionados con elementos masculinos.
Hay un orden que transita en los procesos vitales desde los espacios femeninos hacia los espacios masculinos.
En los procesos psíquicos, es interesante cómo cuando nos pasa algo queremos llevarlo inmediatamente a un espacio masculino, de transformación. Pero falta un paso, un paso que tiene que ver con acunar, que tiene que ver con acoger.
Con el tiempo aprendí un poco más sobre psicología budista, que me parece interesantísima, y ellos también tienen esta fase con los fenómenos internos de observación consciente y compasiva. La premisa desde la psicología budista es “no rechaces lo que te está ocurriendo”, ni rechaces ni te apegues, permite que ocurra, sin apego y sin rechazo.
Hay una fase previa al cambio que tiene que ver con el automaternaje. Automaternaje de tu pena, de tu rabia, de tu defecto.
Entonces, el trabajo es cómo convertirnos en madres temporales de esta parte herida de nosotras mismas. Porque esta es una parte que está herida porque nadie la ha aceptado. Hablo de permitirte acunar la experiencia interna del malestar.
En el sufrimiento psíquico hay un malestar que no tienes que tener prisa en eliminar. Hay un periodo previo que tiene que ver con el automaternaje, tiene que ver con acunar esa parte herida que siempre fue rechazada, y darle un espacio.
No eres lo que te pasa, no eres lo que te ocurre, eres el espacio en que esto ocurre.
Este desarrollo de conciencia nos permite acunar, poner una energía compasiva en nuestro propio sufrimiento. En vez de una energía de rechazo, una energía de analgesia.
ES NECESARIO DAR UN NUEVO LUGAR A LAS MEDICINAS EN LOS PROCESOS DE BIENESTAR
En psicología, las medicinas, tanto en lo farmacéutico como en la medicina natural, sostienen y acompañan el proceso de cambio, pero no son la cura.
Son acompañantes, necesarias en algún determinado momento.
Lo importante es que tengan su sitio, el acompañarte en un momento muy preciso. Pero no reemplaza el proceso de despliegue, no reemplaza tu proceso de aprender, a leer tu escenario actual como escenario de crecimiento.
Cuando la medicina, sea la que sea, se usa para atar, es un problema. No te deja crecer y justifica el estancamiento. Y esto también pasa con medicinas naturales, o terapias “de moda” como por ejemplo retiros de mindfulness. En este caso, el problema no es el retiro, sino la gente que va para aprender a soportar la vida que lleva, al igual que podría tomar un psicofármaco para soportar la vida que lleva.
La gente hace cosas “para soportar la vida que llevan” porque no se quieren mover del estancamiento en el que están. Ponen un maquillaje de medicinas naturales y se quedan tan agusto.
La invitación está en que sea cual sea la elección que tomes en esos sentidos, con el acompañamiento de los profesionales que correspondan, la elección sea: “el proceso es mío, y esto va hacia el despliegue de lo que soy. Puedo tener acompañamiento, pero esa no es la cura”.
Paulina Pozo Morales
Psicóloga de la Universidad de Chile y Psicoterapeuta transpersonal
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